El afán de imponer la palabra y los sacramentos carece de límites. A través de los siglos, en tantas y tantas situaciones análogas, el canibalismo ha sido objeto de escarnio y a la vez la excusa perfecta. Ya fuera en las islas hostiles del Caribe, en la paradisíaca Polinesia o en el corazón de África, los rituales atávicos y bárbaros de seres desalmados eran atentados contra la razón del hombre civilizado.
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